31 de octubre de 2017, noche de Halloween.
Las cuatro amigas quedaron en el parque de aquel pequeño pueblo donde vivían, Aguasnegras. Todas habían nacido allí y todos los años quedaban la noche de Halloween para ir por las casas a pedir caramelos con sus disfraces.
Sandra fue la primera en llegar al parque, tenía el pelo largo y moreno, ojos negros y muy alta, era aventurera y muy imaginativa. En segundo lugar llegó Clara; su cara pálida estaba llena de pecas y su pelo era color rojizo y largo, era muy risueña y creativa. Más tarde llegaron Estela y Carla, eran gemelas, ojos azules y pelo rubio a media melena, las dos eran muy divertidas y les gustaba vestir siempre iguales, con lo cual era bastante difícil distinguirlas. Las cuatro tenían 13 años e iban juntas al instituto. Todas habían elegido el mismo disfraz, estudiantes zombis. Al verse, se rieron mucho de sus pintas.
Se dirigieron a las afueras del pueblo para empezar a pedir caramelos hasta llenar las calabazas que llevaban. Estaban muy contentas porque era el primer año que les dejaban ir solas esa noche. Casi tenían sus calabazas llenas cuando Estela propuso llamar a la puerta de una vieja casa, las demás se miraron unas a otras, un poco asustadas. Era una casa abandonada, con las paredes ennegrecidas y todos los cristales de las ventanas rotos, los árboles que le rodeaban no tenían apenas hojas y le daban a la casa un aspecto bastante terrorífico.
Las demás no querían llamar, pero Estela se precipitó y llamó con fuerza a la puerta. La puerta se abrió pero no salió nadie, las cuatro se miraron unas a otras y Sandra, sin pensárselo más, entró en la casa. De repente, la puerta se cerró sin dar tiempo a las otras a entrar. Clara y las gemelas empezaron a gritar:
- ¡Sandra! ¡Sandra! ¿Estás bien?- gritaron todas.
- ¡Ábrenos la puerta! – gritó Carla.
Pero la puerta no se abrió. Dieron la vuelta a la casa buscando otra entrada y encontraron una puerta trasera entreabierta. El interior de la casa estaba muy oscuro, Carla sacó una linterna de su mochila y empezaron a buscar a Sandra. La casa tenía pocos muebles y estaban destrozados, había unas escaleras que daban al piso de arriba, entraron a una de las habitaciones pero no había nadie. Las chicas estaban aterrorizadas pero siguieron buscando y gritando su nombre:
- ¡Sandra! ¡Sandra! ¿Dónde estás?- gritaron las gemelas a la par.
Entraron en una especie de salón muy grande y vieron una sombra al fondo, pensaron que era ella y corrieron hacia allí, pero cuando llegaron vieron que no era Sandra sino alguien encapuchado.
¡Ahhhhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhh!- gritaron todas a la vez.
Vestía con una túnica negra hasta los pies y llevaba la cabeza cubierta con una capucha y una especie de palo en la mano. Las chicas echaron a correr hacia la puerta pero estaba cerrada, la sombra se acercaba hacia ellas y no podían hacer otra cosa que gritar porque el miedo las había paralizado.
De repente, una voz salió de una de las habitaciones, era Sandra:
- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Corre!- le gritaron sus amigas.
Las cuatro de la mano buscaron la puerta por donde habían entrado y consiguieron salir de la casa. Corriendo sin parar se fueron hacia el pueblo donde toda la gente disfrutaba de la fiesta de Halloween ajena a lo que les había sucedido.
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